Por: Carlos Antonio González Palma
Los magueyes (Agave spp) son un grupo de plantas características del altiplano central mexicano y endémicas del continente americano, aquí se incluyen aproximadamente 200 especies, de las cuales 150 pueden ser encontradas en nuestro país.
Maguey, mezquite y nopal (Fotografía por Carlos Antonio González Palma).
La relación maguey-hombre mesoamericano data de hace 10,000 años. En conjunto con el maíz y el nopal, representan una de las plantas más importantes para el desarrollo de la agricultura en Mesoamérica, ya que, gracias a sus características biológicas y ecológicas, los agaves son una buena fuente de alimentos, fibra, refugios y bebidas, que incluyen la bebida dulce aguamiel, el pulque fermentado, el mezcal destilado, la bacanora y el tequila.
Hijuelos de agave (Fotografía por Carlos Antonio González Palma).
Debido a ello, estos son considerados especies clave para la conservación de la biodiversidad en zonas áridas y semiáridas, ya que la cantidad y variedad de recursos que los agaves generan en su etapa de reproductiva atraen a una amplia diversidad de insectos, aves y mamíferos.
Las comunidades de plantas dominadas agaves se conocen regionalmente como magueyeras, estas como en otras áreas áridas del mundo, han sufrido de sobreexplotación, sin embargo, la gestión del maguey por pobladores de las comunidades rurales ha permitido conocer el aprovechamiento que se les da. Este conocimiento tradicional ha ido acompañado de prácticas e innovaciones que se han desarrollado mediante la experiencia de las comunidades adaptando el uso de estas plantas a las necesidades, culturas y ambientes locales.
En el siglo pasado el maguey pulquero (Agave salmiana), es una especie que tuvo cultivos de aproximadamente 60,000 ha en la zona centro de México, siendo los principales productores, los estados de Hidalgo, México, Puebla y Tlaxcala. La cadena productiva del maguey pulquero comprende cinco eslabones: productor, tlachiquero, tinacalero, expendedor/dueño de pulquería y consumidor, esta cadena generaba ingresos de 1,500 millones de pesos anuales y más de 100,000 familias dependían económicamente de este recurso.
Plantaciones de maguey en Coyotepec, Estado de México (Fotografía por Luis Salas).
Teniendo en cuenta que en el futuro serán necesarios aumentos en la producción de alimentos para las próximas generaciones, uno de los temas más importantes a los que se debe atender en relación con la sostenibilidad es la escasez de agua.
Los magueyes son especies bien adaptadas a las altas temperaturas y la escasez de agua de los ecosistemas desérticos, estos tienen productividades de biomasa comparable a las otras especies agrícolas y forestales, con hasta 44 toneladas de biomasa ha-1 año-1. Debido a su eficiencia en la producción de biomasa bajo déficit hídrico y a su capacidad para asimilar CO2, hoy en día se les considera candidatos para el diseño de sistemas agroforestales que permitan la producción de alimentos, así como el secuestro de grandes cantidades de CO2 atmosférico.
El maguey en la modernidad (Fotografía por Carlos Antonio González Palma).
Aunado a lo anterior, el aumento de los niveles atmosféricos de CO2 modifica la morfología y la anatomía de los magueyes provocando que su absorción neta de CO2 aumente haciendo que sus raíces se expandan, lo que acelera el desarrollo de brotes y la producción de biomasa.
Estas características combinadas con que no es necesario talar los bosques ni tomar tierras de otros cultivos, ya que la tierra semiárida no utilizada es más menos es abundante en todo el mundo (y está lista para ser utilizada), los convierte en una herramienta muy atractiva para ofrecer una mejor respuesta al cambio climático global.
El maguey es una planta que históricamente ha tenido una gran importancia cultural, y su versatilidad puede ayudarnos a alcanzar la sostenibilidad ecológica y frenar los efectos del cambio climático global, ya que, de la misma forma que a nuestros antepasados, nos brinda nuevas alternativas conforme avance nuestro conocimiento sobre él.
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